jueves, 15 de diciembre de 2016

Brexit, Gibraltar, cosoberanía: nunca digas nunca

El Ministro de Gibraltar, Fabian Picardo, se encuentra en una situación muy difícil. Desde el referéndum sobre Brexit está pidiendo una cosa y su contraria: quiere que Gibraltar siga siendo británico y también que sea parte de la Unión Europea, aunque el Reino Unido salga de la UE. Desde hace meses Picardo está haciendo campaña para conseguir lo imposible. Pidió un segundo referéndum para cambiar el resultado del 23 de junio. Reclamó un “soft Brexit” donde puedan negociarse excepciones. En una entrevista reciente, Picardo exige un “acuerdo diferenciado” para poder atender su caso. Incluso, entre sus últimos argumentos, defiende a los diez mil españoles que van cada día a trabajar a Gibraltar. ¿Será que busca votos en España?

La situación de Picardo es en realidad casi desesperada. Porque los resultados del referéndum sobre el Brexit demostraron que Gibraltar no tiene nada que ver con Reino Unido, y que está ligado inevitablemente a España. Los ciudadanos de Gibraltar votaron un 95 % a favor de permanecer en la Unión Europea, una proporción mucho más alta que la de cualquier región del Reino Unido. Una futura salida de la Unión Europea sería muy negativa para los gibraltareños, porque los situaría fuera del marco europeo, y porque España podría aplicar fuertes controles fronterizos y dejar a la roca en el aislamiento.

Tras el Brexit, el Gobierno español ha ofrecido una propuesta de negociación para llegar a una soberanía conjunta (joint sovereignty). Es una propuesta muy atractiva que permitiría a sus habitantes mantener la nacionalidad británica, además de la española, aprovechar todas las ventajas de la Unión Europea y guardar una gran autonomía. Por el momento es solo una idea para discutir con Reino Unido que impulsó el anterior Ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, y propuso el Embajador de España ante Naciones Unidas, Román Oyarzun, con ocasión del Comité de Descolonización el 4 de octubre pasado (texto completo, resumenpress summary in English). Se trata de una idea interesante, que el actual Gobierno de España podría desarrollar para intentar un nuevo acuerdo. Con esta propuesta podría ganarse la mente, el corazón, … y el bolsillo de los gibraltareños. Los llanitos deben comprender que el bolsillo no puede llenarse en contra de las normas comunitarias. Su elección ahora no es ser británicos o españoles (pueden ser los dos), sino entre ser corsarios o europeos.

La vía de la independencia para Gibraltar se encuentra cerrada desde hace tiempo, como demostró una vez más la resolución de Naciones Unidas, adoptada este año, que solicita a España y Reino Unido negociar la soberanía teniendo en cuenta el régimen de cosoberanía propuesto. Si comienza la negociación sobre Brexit, como ha asegurado la Primera Ministra británica Theresa May, el futuro de Gibraltar fuera de la Unión será muy incierto. Frente a estas perspectivas, Picardo ha declarado que Gibraltar “nunca será español”. Teniendo en cuenta los grandes cambios que hemos observado en las relaciones internacionales (así como su propia evolución), los asesores de Picardo deberían recomendar nunca decir nunca.

jueves, 1 de diciembre de 2016

El método Urkullu

Iñigo Urkullu, elegido Lehendakari del Gobierno Vasco, ha iniciado con buen pie la legislatura. Para poder gobernar el País Vasco ha realizado un pacto con el Partido Socialista de Euskadi, que tiene antecedentes históricos en los años 1990. Con este pacto de gobierno, se abre una etapa positiva, en la que pueden alcanzarse acuerdos con el Gobierno de España y, si hay el consenso suficiente, puede avanzarse hacia un pacto de Estado sobre las cuestiones territoriales.

Al comienzo de esta nueva etapa, Urkullu realizó una importante entrevista con Enric Juliana del diario La Vanguardia de Barcelona, en la que establecía sus propósitos y comentaba la situación en Cataluña. Esta entrevista tuvo mucho impacto en Barcelona. Urkullu hace una diferencia fundamental entre los procesos vasco y catalán. Frente al proceso catalán, que busca el enfrentamiento y la división, Urkullu dice: "aconsejo a los catalanes que eviten el frentismo". Sin renunciar a la idea de nación vasca, pide un acuerdo para conseguir ese fin: "hay que ir a un pacto con el Estado que reconozca la nación vasca y la catalana". Al mismo tiempo, afirma claramente que la secesión es una vía sin salida: "pensar en un Estado vasco independiente es hoy una quimera".

Tras haber vivido una experiencia de violencia y choque social, el País Vasco se encuentra ahora en una fase de reconciliación. En esta nueva etapa, Urkullu se ofrece para liderar un País Vasco más fuerte, pero de acuerdo con la Constitución de 1978, y a través del consenso con el Estado. Se rechaza así la idea de ruptura y se propicia la vía del entendimiento. Es un mensaje claro para los soberanistas catalanes, de alguien que sabe muy bien lo que dice. Urkullu apostilla: "la unilateralidad no es el camino, Europa no la aceptaría". Este mismo mensaje se reproduce más claro todavía en otra entrevista que Urkullu dio al diario El País publicada el 4 de diciembre de 2016: "en un mundo globalizado, la independencia es imposible".

Estos mensajes integradores son muy importantes en un mundo donde las fuerzas disgregadoras siguen teniendo mucha influencia. Tras el Brexit, es posible que el independentismo en Escocia, o también en Irlanda del Norte, vuelvan a reclamar la atención. Tras la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, muchos en California han comenzado una campaña para una futura Calexit, un abandono de California de la Unión planeado para 2018.

Todos estos procesos son contrarios a las tendencias positivas de la historia. Las divisiones políticas que conducen a nuevos enfrentamientos, sean en España, en Europa o en América, son una regresión histórica y presentan riesgos ciertos de vuelta a situaciones lamentables del pasado. Por este motivo hay que aplaudir la iniciativa clarividente del PNV, encabezado por el Lehendakari Iñigo Urkullu y por su presidente Andoni Ortuzar. Los Estados plurales, democráticos y abiertos en el marco de la Unión Europea permiten una identidad política múltiple, diversas nacionalidades, y permiten también avanzar para resolver problemas de largo alcance entre todos. Por favor, miremos más al futuro y menos al pasado.

martes, 29 de noviembre de 2016

Ser español: un debate necesario


En la Asociación de la Prensa de Madrid tuvo lugar una mesa redonda sobre el tema Ser español. El periodista Javier Fernández Arribas abrió el coloquio subrayando que se trata de un tema necesario. A pesar de las dificultades para definir el concepto, no debemos desanimarnos porque existen argumentos muy potentes para creer en el proyecto común de España.

La primera intervención en el debate fue de Emilio Lamo de Espinosa, Presidente del Real Instituto Elcano y Premio Nacional de Sociología y Ciencia Política 2016. El profesor Lamo de Espinosa subrayó que estamos ante una cuestión clásica, que durante un tiempo se llamó "el ser de España", pero ahora debemos plantearla sobre nuevas bases. Muchos países de nuestro entorno están inmersos en procesos de reflexión similares. El problema de cualquier patriotismo referido a una comunidad política en el momento presente es que no resulta fácil despertar pasiones y llegar al corazón de los ciudadanos. España ha sido un proyecto político de éxito a lo largo de los últimos cuarenta años, y ahora es preciso definir de nuevo objetivos compartidos y encontrar el consenso de los ciudadanos.

El profesor Santiago Ripol Carulla, de la Universidad Pompeu Fabra, explicó cómo se siente el problema desde Cataluña. Santiago Ripol afirmó que se observa una falta de reconocimiento de la personalidad histórica de Cataluña desde el resto de España. En la Constitución de 1978 había un comienzo de diferenciación de las nacionalidades históricas, que después no se continuó, debido a la equiparación de todos los casos. Por este motivo sería preciso que la realidad de las nacionalidades fuera aceptada con sus consecuencias. La definición de una nueva forma de ser español puede ser un buen ejercicio intelectual, pero no iba a convencer a quienes han decidido emprender un proceso de desconexión. Por este motivo es preciso dar pasos reales y concretos para reconocer las nacionalidades históricas.

A continuación, Edurne Uriarte, profesora de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos y comentarista política en diversos medios, puso el énfasis en la necesidad de respetar el marco común de convivencia, rechazando planteamientos que tienden a destruir el Estado. Los derechos y libertades fundamentales deben ser respetados en todo caso. Aunque algunos niegan un sentimiento español, este sentimiento está presente en los diversos territorios y debemos cultivarlo. No hay nada extraño cuando se habla de un nacionalismo español. Las fuerzas políticas de izquierdas son las que albergan dudas sobre estos conceptos. Las quiebras internas en las sociedades pueden ser preludio de quiebras políticas. En este sentido puso el ejemplo de la obra de Samuel Huntington Who are we? (¿Quiénes somos? de 2004), que se hacía preguntas sobre la sociedad norteamericana, que anunciaban los vaivenes políticos que han venido después.

Martín Ortega Carcelén cerró el acto agradeciendo los comentarios y subrayando que un debate sobre estas cuestiones es muy pertinente. Las negociaciones políticas entre el Gobierno y los territorios (y entre los grupos parlamentarios) son importantes para buscar un nuevo equilibrio y abandonar tensiones innecesarias. Al mismo tiempo es fundamental definir entre todos un proyecto político que movilice a la mayoría de los ciudadanos. España es un Estado plural, moderno, miembro importante de la Unión Europea, una democracia consolidada basada en una cultura mestiza que hoy es global gracias a América y a Estados Unidos, y una sociedad y una economía abiertas al mundo, por lo que existen razones suficientes para elaborar un sentimiento positivo hacia la idea de ser español. Frente a la identidad excluyente hay que oponer el pragmatismo. Debe cultivarse la cabeza y el corazón. Y debe elaborarse un nuevo discurso donde primen los valores de la convivencia. Es mucho mejor abordar juntos los grandes problemas de futuro como la deuda, la pervivencia del estado de bienestar, la seguridad, el aprovisionamiento de energía, o la protección del medio ambiente.


jueves, 24 de noviembre de 2016

Coloquio sobre Ser español

Mientras los procesos de construcción nacional están muy activos en otros ámbitos, en países donde crece con fuerza un nacionalismo de nuevo cuño o en comunidades históricas que aspiran a ser Estados, parece que en el conjunto de España hemos renunciado a la idea. Sin embargo, tenemos sólidos argumentos para construir un sentimiento de adhesión a nuestro Estado plural, democrático, plenamente europeo y abierto al mundo, sobre bases modernas y mirando al futuro. 

Para debatir estas cuestiones, el lunes 28 de noviembre a 19h se celebra el siguiente Coloquio en la Asociación de la Prensa de Madrid:

Qué significa ser español hoy

Intervendrán: Emilio Lamo de Espinosa, Presidente del Real Instituto Elcano.
Santiago Ripol Carulla, catedrático de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, y exletrado del Tribunal Constitucional.
Edurne Uriarte Bengoechea, catedrática de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos.
Martín Ortega Carcelén, profesor de la Universidad Complutense, y autor del libro Ser español en el siglo XXI.
Que serán moderados por el periodista Javier Fernández Arribas, Director de Atalayar.

LUNES, 28 DE NOVIEMBRE • 19:00 horas
Asociación de la Prensa de Madrid • Calle Claudio Coello, 98 Madrid

lunes, 14 de noviembre de 2016

Entrevista sobre el libro Ser español





En la emisora Radio Exterior de Radio Nacional de España realicé esta entrevista sobre el libro Ser español en el siglo XXI, y sobre cuestiones de actualidad internacional.

La entrevista fue realizada por Enrique Jacinto, uno de los artífices del programa Artesfera. Este programa es una apuesta original de Radio Exterior para analizar la cultura, la política y la sociedad con un enfoque interdisciplinar. 

Hubo numerosas preguntas sobre Cataluña, sobre la situación política interna, sobre la cultura y la historia, y sobre cómo construir un Estado basado en nuevos consensos. Pero también pudimos reflexionar sobre el ascenso del populismo en el mundo y sobre la reciente elección de Donald Trump como Presidente de Estados Unidos, asuntos que requeriran mas comentarios. 

La entrevista completa puede escucharse en el siguiente Podcast de Radio Exterior:


Además, la emisora KISS FM también realizó una entrevista sobre el libro Ser español en el siglo XXI, acompañada de un concurso para obtener un ejemplar, todo lo que puede consultarse en esta página web de KISS FM.






jueves, 22 de septiembre de 2016

Ser español en el siglo XXI, comentarios


El libro Ser español en el siglo XXI (Cuadernos del Laberinto, 2016), está teniendo una buena acogida. Existen comentarios de todo tipo, pero los positivos van ganando la partida. Muchos sienten que era necesario definir de manera novedosa lo que significa ser español, ya no sobre bases anticuadas, sino sobre los presupuestos de un Estado europeo moderno, con una economía eficiente y una cultura global. Los independentistas han querido dar una imagen negativa de España, pero esa imagen no se ajusta a la realidad. Vivimos en un Estado plural, con identidades múltiples, integrado en Europa, y con proyección global. Las mas diversas identidades históricas pueden desarrollarse con todas las garantías en ese espacio. 

Hay que destacar dos entrevistas recientes con relación al libro. El medio digital El Español realizó este largo artículo, donde aparecen los siguientes titulares: 

"Necesitamos un nacionalismo español sin Franco ni catolicismo".
"No se puede ser español sin ser mestizo".
"Un español necesita varias banderas para poder identificarse".

Por otro lado, el blog Sexto Continente de Radio Nacional de España realizó esta entrevista, donde se habla del caso catalán.

La buena trayectoria inicial del libro ha llevado a preparar una segunda edición revisada, que pronto estará disponible para todos. 

miércoles, 31 de agosto de 2016

Del Brexit al Briturn

A principios de agosto el diario El País publicó mi artículo Del Brexit al Briturn. En esa tribuna mantengo que es posible que los británicos reconsideren la anunciada salida del Reino Unido de la UE, si llegan a la conclusión de que son más los costes que los beneficios. A pesar de que por el momento la negociación para el Brexit sigue siendo la opción más probable, el nuevo Gobierno británico no ha dado todavía la última palabra, y existen mecanismos constitucionales para permanecer en la Unión. La vuelta del Reino Unido a la familia europea, que aquí se llama Briturn, debería ser apoyada por los Gobiernos que creen en el proyecto de integración porque, a pesar de las dificultades, es mejor una Europa unida con todos. En el caso de que los británicos no quieran finalmente participar en el proyecto, entonces sería el momento de crear una institución más fuerte entre los países de vanguardia de la Unión. 

El artículo fue mencionado en el resumen de prensa que prepara la web de la BBC.

El texto del artículo, que puede consultarse en la web de El País, dice así:

Cuentan las crónicas que el 24 de junio a las cuatro y media de la madrugada tuvieron que despertar por teléfono a los más destacados defensores del Brexit para comunicarles que habían ganado. La sorpresa del resultado produjo una cierta desorientación en Reino Unido que, ahora, el nuevo Gobierno de Theresa May intenta encauzar. Sus primeras declaraciones sugieren que pasarán unos meses antes de presentar la solicitud de salida de la Unión según el artículo 50 del Tratado. Ese tiempo servirá para hacer un cálculo de posibles costes y beneficios. Una cosa es decir quiero salir del club, otra muy distinta es cuantificar el resultado de una negociación incierta en las más diversas materias.

Lo más probable es que el Gobierno inicie el proceso de ruptura, pero no hay que descartar que el pragmatismo británico y el sentido común lleven a buscar otras alternativas. El documento de análisis producido por el Parlamento el 30 de junio, Brexit: what happens next?, confirma que el referéndum no es vinculante, y que los poderes legislativo y ejecutivo deben coordinarse para dar el paso de salida. Si en las próximas semanas se llega a la conclusión de que Reino Unido tiene más que perder que ganar, una posible solución sería convocar un segundo referéndum, medida que tiene un amplio apoyo social. En Dinamarca (1993), y en Irlanda dos veces (2002 y 2009) se organizaron segundos plebiscitos sobre cuestiones europeas que dieron votos positivos tras uno negativo anterior. Por el momento no existe un liderazgo político dispuesto a fomentar esta iniciativa pero, si el cálculo de costes es muy elevado, seguramente aparecerá. Aunque también existen ejemplos en la historia de caminar sendas sabiendo que son equivocadas.

La salida de Reino Unido es problemática porque deja muchas cuestiones abiertas, como las reclamaciones por perjuicios. Un principio general de Derecho Internacional dice que quien produce un daño debe resarcirlo. Esto se aplica incluso en el caso de que el daño no sea intencional, por ejemplo la contaminación transfronteriza. Según el Tratado de la Unión, un Estado miembro puede salir a través de un proceso negociado; la pregunta que se plantea es si acaso debe pagar los posibles daños que causa esa decisión. Recientemente, España ha tenido que defenderse frente a demandas de inversores internacionales por la decisión soberana de reducir las primas a la energía eléctrica solar. Los inversores que se instalaron en Londres con la expectativa de pertenencia a la Unión Europea podrían plantear demandas de ese tipo. Este escenario supondría pasar del Brexit al Bripay.

Dos de los más importantes socios de Reino Unido, Alemania y Estados Unidos, han afirmado que prefieren su continuidad en la Unión Europea. A pesar del resultado negativo del referéndum, la posición más coherente sería mantener el retorno del Reino Unido a la familia europea, el Briturn, a través de los métodos constitucionales que los británicos elijan, sea otro plebiscito, sea la no presentación de la solicitud, u otro cualquiera. Desde España debería sostenerse esa posición favorable al retorno, por responsabilidad hacia el proyecto de integración europea. Aunque puedan preverse algunas ganancias puntuales con la salida, es más importante la unidad y la continuidad de la integración, con la flexibilidad necesaria. La vuelta de Reino Unido permitiría negociar de nuevo el acuerdo con la UE de febrero pasado, que ha quedado en el aire, ya que solo hubiera entrado en vigor con un voto positivo en el referéndum. Además, el proceso de negociación para la salida sería una peligrosa fuente de divisiones entre los socios, porque algunos querrán contentar al máximo a Reino Unido (en previsión de concesiones para ellos) y otros querrán ser cicateros.

España debería mantener sinceramente el Briturn para hacer una Europa de todos, en el sentido de la historia, inspiradora de otras regiones del mundo e implicada en la resolución de problemas graves en el vecindario y en el orden global. Ahora bien, en el caso de que Reino Unido decida seguir hasta el final una opción de salida, sería el momento de plantear una unión más fuerte en Europa entre aquellos miembros que lo deseen. España debería entonces adquirir una mayor conciencia de su responsabilidad internacional. Asimismo, sería el momento de ofrecer a Gibraltar un estatuto avanzado dentro de la UE, que podría denominarse Gibrin, teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de los gibraltareños vieron claramente su futuro dentro de la Unión.

miércoles, 13 de julio de 2016

Ser español en el siglo XXI

Este mes de julio ha aparecido mi nuevo libro Ser español en el siglo XXI, en la Editorial Cuadernosdel Laberinto. Se trata de un ambicioso ensayo que analiza el ascenso del nacionalismo y del soberanismo catalán, y después ofrece una definición de lo que supone ser español en el momento actual, desde el punto de vista de un internacionalista. El libro intenta contribuir a la cuestión clásica de qué es España con una nueva perspectiva.

Estos son los capítulos que componen el libro:

1. Los nacionalismos en España
2. La creación de nuevos Estados y la Unión Europea
3. El auge del soberanismo catalán
4. Ser español es compartir una cultura global
5. Ser español es compartir los principios y valores de un Estado europeo avanzado
6. Ser español es compartir un espacio para actuar en el mundo
7. Conclusión: España nación global

En la contraportada se contiene el siguiente resumen:

Este libro estudia en primer lugar la aparición de los nacionalismos en Europa y el ascenso del soberanismo catalán entre 2012 y 2015. En el texto se analizan las diversas causas que fomentaron ese ascenso: una elaboración intelectual previa, la crisis económica y financiera, el uso político de la historia, y el apoyo oficial al proceso soberanista.

En segundo término, este ensayo intenta una definición actual, inclusiva y abierta de lo que significa ser español. En sucesivos capítulos se argumenta que ser español comprende tres aspectos simultáneamente: compartir una cultura global, compartir los principios y valores de un Estado democrático avanzado, y compartir un espacio para actuar en el mundo.

La introducción y las primeras páginas del libro pueden consultarse aquí.

Como se indica al comienzo, el libro es una propuesta para el debate. El ensayo contiene numerosas ideas, encuestas, referencias, fechas y datos que pueden ser útiles para los interesados en estas cuestiones. El texto está teniendo muy buena acogida entre los primeros lectores. Al ser una reflexión en curso, las futuras ediciones servirán para precisar el texto y mejorarlo.

miércoles, 20 de enero de 2016

Ley de Acción Exterior

La revista FORO, Revista de Ciencias Jurídicas y Sociales, en su número vol 18.1 (2015), ha publicado mi artículo titulado:



El comentario se refiere a dos leyes promulgadas en 2014 sobre las relaciones exteriores de España, que eran necesarias desde hace tiempo: la Ley de la Acción y del Servicio Exterior del Estado (Ley 2/2014 de 25 de marzo), y la Ley de Tratados y otros Acuerdos Internacionales (Ley 25/2014 de 27 de noviembre). La Constitución de 1978 previó unas disposiciones escuetas sobre relaciones internacionales y celebración de tratados por España, que han servido de marco para la práctica, pero que evidentemente fueron superadas por el empuje de la acción exterior de las Comunidades Autónomas, y por la enorme proliferación de actuaciones internacionales de otros actores públicos, incluyendo varios departamentos del Gobierno central.
   Al ser España un Estado miembro de la Unión Europea y plenamente integrado en la globalización, los actores públicos y privados tienen una dimensión internacional creciente, lo que obligaba a desarrollar las disposiciones constitucionales. La mayoría absoluta del Gobierno del PP en la legislatura acabada en 2015 y el empeño del ministro García-Margallo permitieron la adopción de estas dos leyes, aunque es de destacar la falta de negociación con otros grupos parlamentarios en el trámite de su aprobación, y la escasa atención prestada al importante Dictamen del Consejo de Estado 394/2013 al anteproyecto de la primera ley.  
   El propósito fundamental de los dos textos legales es la necesidad de conseguir una coherencia en la acción exterior de España. Esta coherencia se obtiene a través de algunos principios definidos en las leyes: el principio de unidad de la acción exterior del Estado, el principio de lealtad institucional y el principio de servicio al interés general. Dichos principios intentan poner orden en la actividad internacional de Comunidades Autónomas y de ministerios (por ejemplo Defensa o Economía), que suscribían documentos de difícil calificación con actores extranjeros, que daban lugar a controversias institucionales. Para conseguir una coherencia en la política exterior también se prevé una Estrategia de Acción Exterior, la primera de las cuales fue aprobada por el Gobierno en diciembre de 2014, aunque hay que esperar que cualquier nuevo Gobierno produzca sus propias estrategias en el futuro. El artículo puede leerse aquí.

lunes, 11 de enero de 2016

Detener a tiempo las guerras

La guerra civil en Siria ha tenido un impacto muy negativo en las relaciones internacionales. En primer lugar, el choque sobre la propia población siria ha sido tremendo. En segundo lugar, la región también ha sufrido. Y en tercer lugar Europa está sintiendo las consecuencias del conflicto a través de las olas de refugiados y del apoyo al terrorismo que viene sobre todo del ISIS. No es fácil encontrar una solución a los problemas actuales, de allí y de aquí, pero debemos aprender para el futuro que las guerras civiles como la de Siria deben impedirse, y la Unión Europea debería tener un papel más decidido en esos casos.

El día 4 de enero el periódico El País publicó este artículo mío titulado Detener a tiempo las guerras:



O bien Europa exporta estabilidad o termina importando inestabilidad. Olvidamos este principio, dormitamos en los laureles, cuando alguna crisis en el vecindario envía una marea de refugiados que nos despierta del plácido sueño. Además, olvidamos que exportar estabilidad es más barato y rentable en el largo plazo. La inestabilidad conduce a situaciones que se escapan de las manos. Todavía no sabemos qué consecuencias tendrá la llegada de refugiados a Europa o cuál será el coste de la lucha contra el terrorismo instigado por el ISIS. A pesar de esto, seguimos dejando que las situaciones internacionales empeoren, para curar a la desesperada cuando ya nada se puede prevenir.
Aceptando que los primeros perjudicados por la guerra civil son los mismos sirios y en segundo lugar los países adyacentes, Europa está sintiendo los efectos de aquella guerra. Su influencia negativa nos llega aquí atenuada, pero su impacto sobre la región es peor. Está por ver si las tensiones actuales provocan otros conflictos, o si la rehabilitación de Siria, una tarea que llevará mucho tiempo, dinero y esfuerzos, debe hacerse al precio de su integridad territorial. Rediseñar fronteras es una perspectiva que deberíamos rechazar en todo caso porque supone abrir cajas de Pandora difíciles de cerrar.
No debemos auto-inculparnos por la guerra civil en Siria. Ahora bien, es importante reconocer algunos errores del pasado y aprender las lecciones para el futuro. Con perspectiva histórica, la guerra comenzada en 2011 es impropia del siglo XXI, y los europeos pecamos durante años de pasividad irresponsable. No iniciamos la guerra ni la atizamos, pero asistimos impasibles a su degradación hasta límites inhumanos y peligrosos, sabiendo que estaba demasiado cerca y afectaba a millones de ciudadanos inocentes. Todas las proclamaciones europeas en favor de la paz internacional y de los derechos humanos se vieron puestas en tela de juicio mientras andábamos demasiado preocupados con asuntos internos.
En el tablero sirio, Turquía jugó sus piezas, Arabia Saudí las suyas, Rusia defendió sus intereses y a Bachar el Asad, e Irán apoyó también al régimen a través de Hezbolah. Por supuesto, algunas facciones iraquíes no iban a quedarse fuera y se lanzaron igualmente a la melée. Estados Unidos observó desde cierta distancia el desbarajuste y solo reaccionó en serio cuando el Gobierno sirio usó armas químicas, lo que condujo a la resolución 2118 del Consejo de Seguridad de 2013. Una gota de agua en el infierno. Los europeos no quisimos enterarnos de lo que estaba pasando, como si la guerra estuviera ocurriendo en un planeta distinto. Solo demasiado tarde estamos apoyando los esfuerzos de la comunidad internacional representados en la conferencia de Viena y la planeada en Ginebra.
Si alguien piensa que un contendiente ha ganado la partida en Siria, se equivoca. Hoy las victorias militares son pírricas; los ciudadanos sirios son la medida del combate y estos han perdido miserablemente. El país está roto, con al menos cuatro fuerzas que controlan militarmente el territorio. Ahora nos hemos centrado en la lucha contra la facción más salvaje. El problema de suprimir a los yihadistas del ISIS es que están a caballo entre Siria e Irak. Su poder actual entronca con el desmantelamiento del ejército iraquí en 2003, una decisión desafortunada como ha reconocido Tony Blair. Acabar con el impacto del ISIS requiere nuevos acuerdos regionales que incluyan la estabilización de Irak y de Siria. Más que conferencias puntuales necesitamos un pacto regional de gran alcance sostenido por los actores globales.
Si alguna lección hay que sacar del contagio sirio, es que las guerras deben detenerse a tiempo. En la etapa global es intolerable que permitamos un conflicto deteriorarse de ese modo. Y para ello es preciso una acción exterior, tanto europea como estatal, más atenta a la realidad y más decidida a implicarse cuando sea necesario. Los europeos quizá no tenemos todos los medios, pero debemos jugar un papel de conciencia global y movilizar a otros actores. Esto se aplica no solo a las instituciones europeas sino también al Gobierno nacional. En la reciente campaña electoral, las cuestiones internacionales han brillado por su ausencia, como si España fuera una fortaleza rodeada de murallas. No hay castillo, no hay murallas. Estamos sometidos a los vientos, al calor y al frío que vienen del exterior.