jueves, 29 de noviembre de 2018

Once ideas clave sobre Gibraltar tras el Brexit


Con motivo del Acuerdo entre la Unión Europea y el Reino Unido sobre el Brexit, se ha discutido mucho la cuestión de Gibraltar. En este breve estudio que publicó Esglobal el 27 de noviembre de 2018, se aclaran once ideas clave sobre Gibraltar.

1. El origen: cesión de uso
Gibraltar, en su origen, fue una cesión de uso y no una transmisión de soberanía. En el Tratado de Utrecht de 1713, un Estado europeo, España, cedió a otro, Gran Bretaña, el uso de Gibraltar, aclarando que era “sin jurisdicción territorial alguna”. Gran Bretaña podía ocupar sin límite de tiempo la ciudad, la fortaleza y el puerto para usos militares, pero no adquiría soberanía sobre el territorio.
2. Bajo tres condiciones
La cesión se hizo con tres limitaciones. La primera, se cedía la ciudad, la fortaleza y el puerto, pero no el istmo, que después ocupó Reino Unido. Segunda, Gibraltar debía abastecerse por mar y no podía tener comunicación con el territorio circundante salvo casos de necesidad. Tercera, en caso de que Gran Bretaña quisiera transmitir la cesión a un tercero o cambiar la cesión “de cualquier modo”, España tenía derecho a recuperar Gibraltar. Sobre la primera condición, existe un debate sobre el espacio marítimo que corresponde al Peñón, pero no cabe duda que el istmo fue ocupado de manera ilegal. Sobre la segunda, las dos partes han relajado el aislamiento y un cierre de la frontera solo sería posible por efecto del Brexit o por una interpretación estricta del texto original. En fin, la tercera condición sigue operando, y cualquier intento que haga Reino Unido de cambiar el régimen daría a España el derecho de retrocesión.

3. Gibraltar no puede independizarse
En la etapa descolonizadora, lo intentó con apoyo de Reino Unido, pero Naciones Unidas se opuso. Gibraltar no es una colonia como las otras, producto de la expansión europea, cuya descolonización ha impulsado la ONU. Su origen está en un tratado entre dos Estados europeos. Por tanto, la descolonización de Gibraltar debe tener en cuenta los derechos del Estado que cedió el territorio en su comienzo. En 1967, se celebró un referéndum de descolonización en Gibraltar, pero la resolución 2353 de la Asamblea General de Naciones Unidas declaró que no era válido porque no se habían tenido en cuenta los derechos de España. Gibraltar no puede ser independiente, y la razón es que, en caso de que se quiera cambiar el régimen de cesión de uso, España recupera la soberanía. El Tratado de Utrecht establece que cualquier cambio de esa cesión (in aliquo modo en el texto original latino) da lugar a la retrocesión. Por esto, Reino Unido no puede transmitir sus derechos territoriales sobre Gibraltar a una tercera potencia (por ejemplo ceder la base a Estados Unidos), ni tampoco puede convertir la cesión original en un nuevo Estado, porque entonces España recuperaría la plena soberanía.

4. Decisión de la población gibraltareña
Según el Derecho Internacional y según el Derecho del Reino Unido, la población de Gibraltar no tiene capacidad de decisión sobre el estatuto político internacional del Peñón. Tanto la Constitución de Gibraltar de 1969 (después del intento de descolonización) como la vigente de 2006 no son documentos legales elaborados por los gibraltareños. Ambos fueron redactados por Londres y sometidos a los ciudadanos del Peñón. En Derecho Constitucional este tipo de documentos se conocen como constituciones otorgadas. En la Constitución vigente de 2006, las autoridades de Gibraltar tienen una autonomía local, pero las relaciones exteriores y la seguridad quedan en manos del Gobierno británico, que puede decidir lo que estime pertinente sobre su estatuto internacional. Existe también un gobernador nombrado por Londres que tiene poderes superiores al Ministro Principal y al Parlamento de Gibraltar.
5. La promesa de la Corona británica
Tener en cuenta los deseos de la población es una promesa hecha por la Corona británica a los gibraltareños en el momento de aprobar la Constitución de 1969, que fue repetida en el preámbulo de la Carta Magna de 2006. Sin embargo, esta promesa presenta una dificultad jurídica y otra política. La promesa es incompatible con el derecho de retrocesión que tiene España según el Tratado de Utrecht. Si se presentan las condiciones establecidas por el Tratado para la recuperación del territorio, el compromiso jurídico entre Gran Bretaña y España, plasmado en el mismo origen de la cesión, prevalece sobre la declaración de la Corona británica a los gibraltareños. El problema político es que la Corona no ha respetado su propia promesa en el caso del Brexit. El 96% de los gibraltareños votaron a favor de permanecer en la Unión Europea. Ignorando esta voluntad casi unánime, Reino Unido ha arrastrado a Gibraltar a salir de la Unión.
6. ¿La población gibraltareña es un pueblo colonial?
La población gibraltareña no es un pueblo colonial según Naciones Unidas. Gibraltar es una colonia pero no tiene un pueblo colonial con derecho a autodeterminación. En el origen de cesión, el pueblo existente eran los habitantes españoles de la ciudad de Gibraltar, que fueron trasladados a San Roque. Posteriormente, la población ha sufrido cambios notables debido al uso predominante militar del Peñón. Durante la Segunda Guerra Mundial, Reino Unido transfirió la población civil a Belfast en Irlanda del Norte y así disponer de más espacio para la base militar. Gran parte de aquella población no volvió tras la guerra. Por tanto, la población actual tiene orígenes diversos, y no constituye un pueblo colonial.
7. Los productos, los impuestos y el contrabando
Según el Derecho Comunitario, Gibraltar no es territorio de la Unión, sino un territorio dependiente del Reino Unido donde se aplican buena parte de las normas comunitarias, y el Reino Unido es responsable de la aplicación de esas normas. En cambio, no está en la unión aduanera ni en la unión económica y monetaria. Los productos importados en Gibraltar no pagan los impuestos comunitarios, sino otros más bajos. Como el Peñón no está en la unión aduanera, pone impuestos muy reducidos a productos como el alcohol y el tabaco, lo que favorece el contrabando de estos que salen hacia España. Las estadísticas, que muestran consumos exorbitantes de tabaco y alcohol en Gibraltar, son una demostración de que esos tráficos existen. La oficina antifraude de la UE, OLAF, subrayó la necesidad de luchar contra el contrabando desde Gibraltar y el blanqueo de capitales resultantes.
8. Paraíso financiero y empresarial
Otro problema destacado de las últimas décadas ha sido la conversión del Peñón en un paraíso financiero y empresarial, que invita a la constitución de empresas que no operan allí. Esto ha supuesto una competencia desleal con toda la Unión Europea, y comporta riesgos de evasión y elusión fiscal. Esta no es una afirmación gratuita, sino que se basa en los numerosos casos que Gibraltar ha perdido ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) debido a problemas en la aplicación del Derecho Comunitario (véanse los artículos de Cristina Izquierdo y Miguel Sampol en la obra colectiva El Brexit y Gibraltar de 2017). En materia fiscal, España inició diversos casos para que Gibraltar no se convirtiera en un paraíso fiscal, con las consecuencias que esto lleva aparejadas. Incluso, en algunos casos recientes, la demanda no provenía de España sino del mismo Reino Unido, que actuaba frente a Gibraltar ante el TJUE. Según la legislación británica, las ganancias de apuestas online debían tributar en su territorio, y quería que Gibraltar hiciese lo mismo, pero este se negaba para atraer a las empresas de juego online. El Tribunal dio la razón a Londres, al entender que a la hora de establecer impuestos el Peñón debía entenderse obligado por las normas de Reino Unido, por la acción del artículo 355 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea.

9. El Brexit
El referéndum sobre el Brexit demostró que las actitudes de los gibraltareños están mucho más cerca de España y de la Unión Europea que de Reino Unido. El resultado de un 96% del voto a favor de permanecer en la Unión demuestra que una cosa son los intereses financieros y otra la opinión casi unánime de los gibraltareños. La nueva situación suponía un reto importante para Gibraltar porque un Brexit duro o una falta de acuerdo podían suponer un cierre de la frontera con España. Al mismo tiempo, al Campo de Gibraltar también le interesaba una frontera flexible, para permitir el paso de los trabajadores españoles en el Peñón. Teniendo en cuenta el resultado del referéndum, España propuso un nuevo régimen de cosoberanía, que hubiese traído beneficios para todos. En los dos últimos años, España y Reino Unido han negociado de manera pragmática el mantenimiento de una frontera flexible fuera cual fuera el estatus final del Brexit.

10. Ambigüedad en las negociaciones
El Consejo Europeo de 29 de abril de 2017, que fijó las posiciones de la UE para la negociación del Brexit, decidió que “ningún acuerdo entre la UE y Reino Unido podrá aplicarse al territorio de Gibraltar sin el acuerdo de España”. Esta era la tónica dominante cuando en la versión final del Acuerdo entre Bruselas y Londres sobre el Brexit alcanzado el 14 de noviembre se introdujo el artículo 184 que era ambiguo sobre el futuro de las negociaciones entre la Unión y Reino Unido. Según ese artículo, podía entenderse que ambos podrían acordar cuestiones relativas a Gibraltar en el futuro sin el acuerdo de España. Lógicamente, el Gobierno español protestó y consiguió una declaración política de los 27 de la Unión Europea afirmando que cualquier cuestión relativa a Gibraltar requiere el previo acuerdo de España. Esta declaración tiene un valor vinculante para la UE y sus Estados miembros, y es consecuente con la naturaleza jurídica internacional de Gibraltar. La Unión y Reino Unido no pueden pactar sobre el Peñón, porque la situación territorial particular entre España y Reino Unido obliga a seguir tratando de manera bilateral los intercambios en este espacio.
11. Cuestiones pendientes
Aunque el Acuerdo para la salida del Reino Unido de la UE y sus anexos fueron confirmados el 25 de noviembre, quedan muchas cuestiones pendientes sobre el Brexit. España y Reino Unido, que mantienen unas excelentes relaciones, intentarán que los diversos aspectos de interés común sean resueltos de la mejor forma posible en todo caso. Por lo que se refiere a Gibraltar, las últimas evoluciones no resuelven las cuestiones de fondo, sino que solo aseguran la posición de España ante la futura relación de Reino Unido con la Unión. El problema para España es combinar tres importantes intereses. Primero, la necesidad de que Gibraltar cumpla las normas internacionales relativas a los paraísos fiscales y a la lucha contra la delincuencia común, el crimen organizado y el lavado de capitales, en la fase transitoria acentuando el cumplimiento de las normas europeas, y en todo caso respetando las normas de la OCDE. Segundo, favorecer el desarrollo del Campo de Gibraltar, para el que el Peñón representa un polo de actividad económica esencial. Y tercero, la reivindicación de la soberanía es un fin que no debe descartarse, sobre todo porque el derecho territorial subyacente permite la retrocesión de Gibraltar en caso de cualquier cambio en el régimen jurídico de la cesión. Teniendo en cuenta estos tres elementos, el paso por la frontera con Gibraltar es un factor clave a la hora de asegurar el cumplimiento de las normas y la defensa de los intereses de España.


martes, 27 de noviembre de 2018

Cinco siglos de Elcano: la proyección global de España


Con ocasión del quinto centenario de la primera vuelta al mundo de Juan Sebastián Elcano, Esglobal me publicó este artículo el 6 denoviembre de 2018. En el aniversario de la primera circunnavegación a la Tierra, hablemos de cómo España debería seguir implicándose a fondo en los grandes retos globales en un momento en el que la globalización necesita ser repensada.

Celebrar el Quinto Centenario de la primera vuelta al mundo que completó Juan Sebastián Elcano (1519-1522) es un buen pretexto para formular la pregunta: en el momento presente, ¿cuántas potencias tienen una proyección global? Acostumbrados a todo tipo de rankings y análisis cuantitativos, esta cuestión puede resultar extraña porque obliga a tener en cuenta cualidades muy diversas, y no solo datos. Es obvio que los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU disfrutan de una proyección global. Les siguen tres de los cuatro candidatos a ese asiento permanente: Alemania, el tercer exportador del planeta tras China y Estados Unidos; Japón, potencia económica y tecnológica; e India, segundo poder en población aunque algo despreocupado de los asuntos mundiales. ¿Y Brasil? Este país es sin duda una potencia regional, pero ¿cuenta con proyección global? La respuesta no está clara y distintos expertos darán opiniones diferentes. Si admitimos que dicha proyección incluye no solo la economía sino aspectos como la historia, la cultura, y una presencia en todo el mundo, es muy posible que España sea una mejor candidata a esa categoría, incluso por delante de Estados que están por encima en los rankings económicos y de población, o que pronto lo estarán al ser emergentes, como Canadá, Corea del Sur, Indonesia, Italia, México, Nigeria o Turquía.

Las bases históricas de la proyección global de España fueron la expansión en América iniciada en 1492 y la presencia en todos los continentes inaugurada por el viaje de Elcano. Pero esa proyección continúa hasta la actualidad debido a dos progresos recientes. El primero es de naturaleza política. Desde la Constitución de 1978 y la entrada en la Unión Europea, España puede presentarse en todo el mundo como una democracia avanzada, lo que es una garantía de relaciones internacionales sanas, basadas en principios. El segundo fenómeno es el éxito empresarial español desde los 90, y sobre todo en la época de bonanza entre 2000 y 2008, que nos llevó a participar plenamente en los procesos de globalización.

En consecuencia, no solamente por historia sino también por logros actuales, como la democracia y el éxito económico, España tiene una proyección global y es reconocida y respetada en todo el planeta. Todo esto se asienta en un PIB que ocupa el puesto número 14 en la escala mundial y una dimensión reducida en términos de población. Esto plantea una tarea global enorme con unas fuerzas limitadas. Para describir ese lugar en el tablero internacional, los documentos oficiales de los últimos Gobiernos han acuñado la expresión: “España es una potencia media con proyección global”.

Pérdida de memoria global

La importancia de un Estado se mide también por su memoria. En nuestro imaginario colectivo, la primera vuelta al mundo será seguramente tan discutida como lo es la presencia colonial en América, en especial cuando se aproxima cada 12 de octubre. Esto es una anomalía. En los países europeos existen consensos sobre la lectura de su Historia, que no impiden mantener posiciones políticas diferentes o incluso críticas hacia el propio Estado. La presencia colonial en América fue mucho más positiva de lo que supone la opinión pública en España, sobre todo si se compara con otras aventuras coloniales europeas, y el esfuerzo para conocer e investigar nuevos espacios fue admirable, como demuestra la primera circunnavegación global.
El 500 aniversario servirá para organizar actos conmemorativos, pero ¿se usará también para situar la gesta en su contexto histórico? El acontecimiento se enmarca en el mismo origen de la modernidad. La aventura americana y el viaje de exploración en torno al globo forman parte de ese afán de descubrimiento. El debate en España sobre los derechos de los indígenas, muy avanzado para su tiempo, supuso una preocupación humanista, que debería considerarse parte del Renacimiento europeo.

El primer viaje en torno al globo significó igualmente una apertura de España y Europa hacia otras realidades geográficas lejanas. No solo América sino también Asia. Durante siglos, algunos países europeos, como Holanda, Inglaterra y Portugal, compartieron con España el interés por la región del Pacífico. Sin embargo, toda esta memoria se ha perdido en España. Figuras como Diego de Pantoja en China, San Francisco Javier en Japón, el viaje del nipón Hasekura Tsunenaga a España (1613-1620), o la actividad comercial del galeón de Manila, son solo objeto de estudio para los especialistas.

Lamentablemente, España no ha realizado desde la Transición un relato coherente de su Historia y de sus evoluciones recientes como democracia europea y abierta al mundo. Por este motivo, se producen tantas representaciones falsas y tantos tópicos sobre la etapa colonial y la leyenda negra. Cuando, en realidad, las críticas de los religiosos y humanistas españoles frente a los abusos que estaban cometiendo sus compatriotas deberían ser interpretadas como un signo avanzado de modernidad, que no se vivió en otras expansiones coloniales.

La pérdida de las últimas colonias en 1898 supuso un retraimiento del interés global de España. La no participación en la Primera Guerra Mundial y su papel ambiguo durante la Segunda dejó a nuestro país fuera de las grandes mesas de decisiones de la primera mitad del siglo XX. Cuando la democracia se estableció firmemente con la Transición, la proyección de España en el mundo se limitaba a la consabida triple dimensión: Europa, Iberoamérica y el Mediterráneo. En 40 años de democracia, España ha ampliado su perspectiva internacional de manera considerable hasta llevarla a una completa visión global. Realizar este cambio tan rápidamente solo fue posible gracias al poso global de nuestra Historia.

Los intereses globales de España

España pertenece a tres familias simultáneamente: europea, iberoamericana y occidental. Formar parte de la familia europea permite participar activamente en el proyecto de integración de la Unión Europea. La familia iberoamericana está construida sobre una lengua y unos sentimientos comunes. Esta relación nos da una visión distinta, rejuvenecedora, que sigue teniendo un gran potencial, y que diferencia a España de muchas otras potencias europeas. En fin, la familia occidental significa una convicción en la democracia, la dignidad e igualdad humanas y los derechos y libertades fundamentales, así como otros principios de Derecho Internacional, que debe mantenerse incluso en casos de incumplimientos puntuales de esos principios.

Además, España tiene una cercanía especial con el Mediterráneo, hasta el punto de que algunos afirman que el país pertenece también una familia mediterránea. Sin embargo, no puede afirmarse que el Mediterráneo se haya convertido todavía en una región política. España ha jugado un papel muy importante para comenzar a construir un nuevo espacio político en esta región geográfica, desde la Conferencia Euro-mediterránea en 1995, pero queda mucho por hacer en este campo.

Sobre la base de esa triple pertenencia y de la vecindad mediterránea, en la etapa democrática España ha ido desarrollando líneas de política exterior hacia las más diversas regiones, abarcando hoy a todo el mundo. Para empezar, hemos establecido unas nuevas relaciones con Estados Unidos, que se basan en una reinterpretación de la Historia, y abarcan los más diversos campos de la cultura a la defensa. Ahora estas relaciones adquieren una fuerza especial debido al creciente peso de los hispanos. España además enmarca estas relaciones bilaterales en la firme relación entre EE UU y la Unión Europea, como demostró impulsando en su día la Nueva Agenda Transatlántica.

Con el fin de diseñar un nuevo planteamiento de las relaciones con la región asiática, el primer Plan Asia-Pacífico fue lanzado en 2000. El último documento de planificación es la Visión Estratégica para España en Asia 2018–2022, que contiene una serie de recomendaciones a las administraciones públicas para poner al día nuestra política exterior en la región. El enorme tamaño, la gran variedad y la tremenda dinámica de ese espacio hacen que la presencia oficial de España en Asia sea un reto, por lo que nuestros medios diplomáticos y consulares están reorientándose durante los últimos años para intentar hacer frente al desafío.

En un mundo globalizado, la geografía cuenta, y la cercanía de África hace que este espacio sea fundamental para España. Los documentos del Ministerio de Asuntos Exteriores lo reconocen sin contemplaciones: África es una prioridad estratégica y política para España. El primer Plan África fue aprobado en 2006, y los sucesivos planes han establecido los objetivos en la región, como la estabilidad, el desarrollo económico y la promoción de los derechos humanos. En el continente vecino, el reto es también mantener una presencia diplomática efectiva.

Aunque España demuestra una proyección global, por historia, cultura e intereses, el núcleo de su acción exterior fuera de Europa sigue estando en América Latina. Para facilitar las relaciones regionales, se han creado importantes instituciones como las Cumbres Iberoamericanas de Jefes de Estado y de Gobierno, la Comunidad Iberoamericana de Naciones (que ha tenido su XXVI reunión en Guatemala) y la Secretaría General Iberoamericana. La relación histórica con esta región hermana se ha convertido en un intenso entramado de conexiones en los dos sentidos.

Desde su mismo origen a finales del siglo XV, España ha sido puente entre Europa y África, entre el Mediterráneo y el Atlántico, y entre Europa, América y el resto del mundo. El primer viaje en torno al globo, completado por Juan Sebastián Elcano en 1522, es el más potente símbolo de esa proyección global. Durante siglos, la apertura a todo el mundo ha generado una visión global en España, y una capacidad para entender la complejidad de los problemas internacionales. Los españoles tienen una cultura y un carácter mestizos, hechos de influencias muy diversas, que vienen de Europa, de América y del Mediterráneo. Esa proyección global y esa mentalidad abierta deben servir ahora para afrontar los retos globales de futuro. A pesar de ser un Estado de dimensión media, España tiene la responsabilidad de seguir participando en la construcción europea y de implicarse a fondo en los grandes desafíos que afectan al planeta. Estuvo en el mismo origen de la globalización y debe estar en el momento en que el éxito de esa globalización exige establecer nuevas reglas.