viernes, 21 de octubre de 2011

Todo el mundo protesta en el 15-M

Frente a los movimientos ciudadanos de protesta en los paises ricos, algunas figuras politicas (Ban Ki Moon, Durao Barroso o incluso Obama) han mostrado comprension. Otros (por ejemplo Aznar) han dicho que son la extrema izquierda marginal antisistema. ¿Cómo es posible una division tal de opiniones? Para entender correctamente las actuales protestas hay que advertir que sus causas son de naturaleza compleja. El 15-M y sus secuelas tienen un mix de razones, y esto motiva que muchos les apoyen o entiendan aunque no se manifiesten en las calles.

Para explicar las causas puede proponerse una mezcla: tenemos los perroflautas un poco pasotas (10 % quizas), los anarquistas y desesperados dispuestos a la violencia (¿otro 10 %?), pero tambien estan los bienintencionados de las barriadas que creen en regimenes asamblearios, los que recelan de las bolsas y quieren ocuparlas como en Nueva York, y luego estan los que no se manifiestan o solo ocasionalmente, que han quedado en el paro o tienen trabajos respetables, pero se sienten engañados o profundamente decepcionados. Su enfado se dirige no solo contra el sistema economico sino tambien contra el politico.

Esto es lo novedoso (y tambien lo importante) de esos movimientos. Aunque sean unos pocos en la calle y sus demandas concretas sean ilusas o heterogeneas, el sentimiento de enojo que hay tras ellos es compartido por mucha gente. Hablando solo de esos enfadados menos indignados que no gritan tanto, debemos reconocer que tienen argumentos de peso. La crisis demuestra la quiebra de principios fundamentales en nuestras democracias, como el de igualdad o el estado de derecho. El sistema politico y juridico parece incapaz de poner coto a los excesos financieros. Las primas de algunos directivos hacen peligrar la estabilidad, segun detecta el informe No Rhyme or Reason de la Fiscalia de Nueva York producido tras la crisis, entre otros, y sin embargo, no se han tomado medidas. Los directivos siguen llevandose pingues beneficios aunque su gestion haya sido desastrosa. Otro ejemplo: una persona o una empresa que dispone de mucho dinero puede ampararse en paraisos fiscales para no pagar impuestos, lo que atenta contra el principio de igualdad y sustrae recursos del estado. Las grandes finanzas han vuelto a sus practicas dudosas, y los politicos estan un poco perdidos y desorientados porque no pueden meterlas en vereda, por eso a veces se intuye que quisieran manifestarse con los indignados.

Los gobiernos tienen valor solo si representan las aspiraciones de la poblacion, y pierden relevancia si se apartan o ignoran esas aspiraciones. Ese vinculo de legitimidad se pierde totalmente en dictaduras y regimenes comunistas, pero ¡atencion!, tambien puede debilitarse en nuestros paises democraticos cuando los ciudadanos se sienten olvidados por los gobiernos. La sensacion general es que, sea por complicidad con las finanzas sea por incapacidad o inadaptacion a los nuevos tiempos, los gobiernos no saben dar respuesta a muchas de las expectativas de los ciudadanos, incluyendo un sistema juridico con garantias de equidad e inspirado en aquel viejo principio clasico de la justicia al que tanto debemos.

Los movimientos de indignados en todo el mundo estan llamando la atencion sobre la ruptura de ese vinculo de legitimidad politica y esto es preocupante. Sarkozy hablo de la refundacion del capitalisto, que esta pendiente. Quizas la democracia tambien tenga que reinventarse.

Dando un paso hacia el futuro, la situacion sera mas compleja todavia. En el fondo, el enfado actual se produce por el desfase que existe entre la inaccion de gobiernos nacionales y problemas que son realmente globales. Es decir, el rechazo no solo es contra el propio gobierno sino contra todos los gobiernos porque no saben ponerse de acuerdo y no muestran vision estrategica internacional para tratar los problemas. Las declaraciones del G-20, por ejemplo, parecen muy razonables pero no se cumplen, como indica el centro de estudios de referencia sobre este tema. Lo mismo ocurre con los compromisos para detener el cambio climatico dentro del Protocolo de Kyoto, que son papel mojado (aunque en este punto los ciudadanos son tan contradictorios como sus gobiernos: desean seguir quemando recursos a todo trapo, pero no quieren que el planeta sufra con ello).

Junto a la crisis economica y de recursos, ante nosotros aguarda, pues, una catarsis politica.

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