Los países europeos
vivimos preocupados por lo que ocurre en el interior, sin darnos cuenta que los
problemas internacionales nos afectan directamente. En el futuro, cada vez tendremos
que dedicar más recursos y atención a los problemas globales. Ejemplos claros
son la seguridad, la energía y el medio ambiente, asuntos que se juegan en el
exterior y de los que somos dependientes.
Diplomacia, defensa y desarrollo
El Pais, 22 junio 2017
Los Presupuestos del Estado son una medida de lo que realmente importa en
un país y, a la hora de aprobarlos, cada uno arrima el ascua a su sardina. Pues
bien, en los últimos presupuestos queda bastante claro que importa poco lo que
sucede en el exterior. En general, los países europeos declaramos que vivimos
en un mundo interdependiente en el que todo lo que pasa fuera nos afecta. Sin
embargo, preferimos dar la espalda a realidades como la guerra civil en Siria o
la pobreza extrema y el cambio climático en África que tienen un impacto
evidente sobre Europa.
Muchos piden un aumento de la ayuda oficial al desarrollo hasta el 0,7% del
PIB, el objetivo de Naciones Unidas solo alcanzado por los países nórdicos.
Otros reclaman subir el presupuesto de defensa que, en el caso de España, se
sitúa en torno al 0,9%, el más bajo de los países de la OTAN. Se escucha menos
en los medios, pero los recursos destinados a la acción exterior y la
diplomacia son también escasos. En realidad, deberían reforzarse todos estos.
Frente a las voces que presentan como incompatibles la subida de los
presupuestos de desarrollo y de defensa hay que subrayar que, en la realidad
internacional, la seguridad, el respeto de los derechos humanos y el progreso
van de la mano. La seguridad es una precondición del desarrollo. Allí donde
deben crearse las condiciones para un avance de las sociedades locales, en
situaciones post-conflicto, de reconstrucción de países, la seguridad es tan
necesaria como la asistencia civil. De hecho, en muchos escenarios, las ONG
trabajan en coordinación con los militares que participan en operaciones de
paz.
Recientemente, se ha presentado en Alemania una idea interesante sobre los
presupuestos exteriores. Dos importantes think tanks, la
Conferencia de Seguridad de Múnich y el Instituto Alemán del Desarrollo, se han
unido para proponer una fórmula integradora: el establecimiento de un objetivo
del 3% del PIB para dedicar a cuestiones de seguridad y defensa, desarrollo y
diplomacia. Es obvio que esta es una respuesta alemana a la petición de la
Administración de Estados Unidos y de la OTAN de incrementar los presupuestos
de defensa al 2%. No obstante, tiene una aplicación más amplia, porque supone
reconocer que los diversos aspectos de la acción exterior del Estado deben
operar unidos para proyectar estabilidad. Desde luego, la fórmula podría ser
adecuada para España, que en su acción exterior busca además una sinergia con
la Unión Europea.
Si miramos de cerca las contribuciones de nuestro país a la estabilidad y
al desarrollo son muy relevantes, a pesar de los exiguos presupuestos
oficiales. En su informe de 2016, la Plataforma del Voluntariado destaca que un
38% de los españoles declaran apoyar a diversas ONG de ayuda al desarrollo o
con otros fines, civiles o religiosas, y un número creciente de jóvenes dedica
su tiempo libre a cooperar en otros países. Nuestros diplomáticos realizan una
labor encomiable en los distintos continentes a pesar de contar con medios
limitados. Los miembros de nuestras Fuerzas Armadas y de la Guardia Civil están
entre los mejor valorados del mundo, y su participación en operaciones de paz
es muy apreciada, por la cualidad que tienen de actuar en entornos
multiculturales y complejos. Las capacidades de inteligencia de España están
entre las mejores en la lucha contra el terrorismo y el conocimiento de ciertas
regiones. Los centros de estudio y pensamiento sobre relaciones internacionales
(think tanks) tienen cada vez un mayor peso y alcance.
Ahora hace falta reforzar los recursos que dedicamos a la acción exterior, sobre todo si se confirma el rumbo de salida de crisis, y la mayor autonomía que Merkel y Macron reclaman para la UE. Parece que España no termina de convencerse de que es una potencia media con puntos de vista equilibrados que puede hacer una contribución notable a la estabilidad y a la resolución de retos globales. Es una responsabilidad como Estado avanzado y existe una demanda exterior. Lo coherente sería realizar una asignación de medios más acorde con la magnitud de los problemas internacionales, y estar a la altura de nuestras responsabilidades.
Ahora hace falta reforzar los recursos que dedicamos a la acción exterior, sobre todo si se confirma el rumbo de salida de crisis, y la mayor autonomía que Merkel y Macron reclaman para la UE. Parece que España no termina de convencerse de que es una potencia media con puntos de vista equilibrados que puede hacer una contribución notable a la estabilidad y a la resolución de retos globales. Es una responsabilidad como Estado avanzado y existe una demanda exterior. Lo coherente sería realizar una asignación de medios más acorde con la magnitud de los problemas internacionales, y estar a la altura de nuestras responsabilidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario