La web Agenda Pública, ligada al diario El País, publica mi comentario sobre la guerra de Ucrania. Enhorabuena a Marc López y a los demás colegas de Agenda Pública por la gran labor que hacen!
El artículo puede encontrarse en este vínculo. Aquí un extracto:
La guerra de Ucrania es un terremoto político que pone a prueba las relaciones internacionales. Ante tal sacudida, la reacción de muchos observadores ha sido visceral, cuando, en momentos tan dramáticos, resulta fundamental mantener la mayor objetividad posible. El conflicto es complejo y un análisis correcto debe evitar los mensajes simplistas.
Con
el tiempo, disminuir las compras de recursos fósiles supondría reducir la
dependencia de Rusia, y Estados Unidos puede jugar un papel importante a este
respecto. Estados Unidos se ha convertido en el primer productor mundial de
petróleo y gas hasta autoabastecerse, y está dispuesto a vender el excedente a
Europa. No obstante, esto plantea una cuestión adicional para los europeos, ya que
nuestro socio transatlántico obtiene hoy dos tercios del petróleo que produce y
más de cuatro quintos del gas a partir de la
fractura hidráulica, o fracking,
un método que España, como otros miembros de la Unión, ha prohibido por sus
efectos ambientales.
Un
aspecto que pasa inadvertido es que la actual crisis podría utilizarse para
promover un ahorro significativo en el consumo de energías fósiles. Sin
embargo, tras la guerra, los gobiernos europeos se han apresurado a buscar
fuentes alternativas de hidrocarburos y a subvencionar las gasolinas, en lugar
de recordar su compromiso con el medio ambiente.
El
impacto de la guerra sobre la relación entre Occidente y Rusia ha sido
tremendo. Dicha relación, construida con gran esfuerzo en las últimas tres décadas,
se ha venido abajo en solo unas semanas. Por supuesto, la invasión de Ucrania
es injusta e ilegal, el uso de la fuerza armada por parte de Rusia es
inaceptable, y sus aspiraciones territoriales deberían haberse perseguido por
medios pacíficos y nunca a través de la violencia. A pesar de todo, muchos en
Occidente presentan la respuesta como el inicio de una nueva Guerra Fría y el
fin de la globalización, y esto es un error.
Los
Estados miembros de la Unión Europea albergan distintas actitudes sobre cómo deben
ser las relaciones con Rusia. La guerra de Ucrania no va a cambiar las
posiciones geoestratégicas de cada país, por lo que en el futuro habrá que
encontrar un nuevo modus vivendi con Rusia. Las sanciones actuales no pueden eliminar
del mapa las relaciones económicas, humanas y culturales que existen, y los
errores de Putin no cambian el hecho de que Rusia forma parte de la Historia de
Europa, con sus luces y sus sombras.
Estados
Unidos ha sido muy crítico con la invasión, y los gobiernos aliados condenan
reiteradamente las violaciones del Derecho Internacional por parte de Rusia.
Pero la magia del derecho es que debe ser igual para todos. Los mismos
gobiernos fueron más tolerantes con otras intervenciones militares recientes,
también injustas, que trajeron enormes secuelas de destrucción material y
humana. Asimismo, se exige la persecución de crímenes de guerra en la Corte
Penal Internacional, pero se olvida que, además de Rusia, muchos
otros países no han ratificado su Estatuto, incluidos Estados Unidos o la misma Ucrania.
En fin, los equilibrios mundiales también pueden verse afectados por la guerra. Rusia tiene alma europea, pero puede pivotar hacia Asia. Durante años, China y Rusia han establecido una sólida relación en diversos campos. En 2011 comenzó a operar el oleoducto ESPO de casi cinco mil kilómetros, que suministra petróleo a China, y en 2019 se abrió el gasoducto Power of Siberia, que seguirá ganando capacidad hasta 2025, desarrollos que Estados Unidos ha visto con recelo.
China mantiene una visión propia sobre la guerra de Ucrania y se ha negado a dictar sanciones contra Rusia. Algunos expertos prevén que, al igual que ocurrió tras la crisis de Crimea en 2014, China y Rusia avancen ahora en su acercamiento, en campos que van de la tecnología, a las finanzas a inversiones en distintos sectores. China comprende mejor que Occidente las preocupaciones de seguridad de Rusia; por tanto, el entendimiento entre ambos no pertenece solo a los terrenos energético y económico, sino que también es político.
En
un contexto de competición global entre grandes potencias, la Unión Europea
tiene un papel clave como defensora de los principios internacionales. La Unión
debe oponerse a cualquier infracción del Derecho Internacional, sea cometida
por quien sea. Como indican sus documentos programáticos, la Unión debe
establecer una relación constructiva con su vecindario, con el fin de fomentar la
cooperación y prevenir los conflictos, algo que no supimos hacer en Ucrania. La
Unión Europea no debería participar en confrontaciones estratégicas, que
benefician solo al estamento militar-industrial para usar las palabras del
presidente Eisenhower, porque su razón de ser es la paz y la convivencia.
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