lunes, 10 de septiembre de 2018

Chauvinismo y cadalsismo

En España somos bastante pesimistas sobre nuestro país y tenemos el hábito de auto-flagelarnos. Esto es un error si miramos la historia reciente de la democracia, que ha conseguido avances económicos, políticos y sociales impresionantes. Pero la excesiva autocrítica (que nos encanta) y los ataques injustos de los independentistas conducen a la actitud psicológica equivocada.

En el extremo opuesto se encuentran aquellos países que están muy orgullosos de sí mismos, y que alaban sin cesar todo lo que hacen y lo que son. El patrioterismo excesivo se llama chauvinismo, nombre que viene del soldado francés Nicolas Chauvin, un personaje legendario que apareció en obras de teatro populares en Francia en los años 1820.

De Chauvin, chauvinismo o chovinismo. Si tuviésemos que buscar cómo llamar la actitud contraria, de crítica excesiva a la propia patria, no habría mejor referente literario que José Cadalso, autor de Cartas Marruecas (1789). En aquel libro delicioso, Gazel, un embajador marroquí, va descubriendo los problemas de España y comparándolos con los de otros países europeos.

José Cadalso (1741-1782) fue un gran ensayista de la Ilustración española, buen conocedor de Europa, que vivió en Francia y en Inglaterra, y realizó el “gran tour” en su juventud. La decadencia del imperio español produjo en la sociedad un sentimiento agudo de auto crítica que está muy bien reflejado en la obra de Cadalso. ¿Se continúa aquel sentimiento hasta la actualidad? ¿Acentuaron los desastres del siglo XIX y la posterior Guerra Civil aquel estado de ánimo?

Sean cual sean las respuestas, si de Chauvin decimos chauvinismo, de Cadalso podríamos obtener “cadalsismo” para denominar la actitud excesivamente crítica y pesimista sobre un país, y “cadalsista” a quien la practica. Lean este magnífico fragmento de las Cartas Marruecas:

-Vergüenza tengo de ser española -decía la segunda-.
-¿Qué dirán las naciones extrañas? -decía la que faltaba.
-¡Jesús, y cuánto mejor fuera haberme quedado yo en el convento en Francia, que no venir a España a ver estas miserias! -dijo la que aún no había hablado.
-Teniente coronel soy yo, y con algunos méritos extraordinarios; pero quisiera ser alférez de húsares en Hungría primero que vivir en España -dijo uno de los tres que estaban con las tres.
-Bien lo he dicho yo mil veces -dijo uno del triunvirato-, la monarquía no puede durar lo que queda del siglo; la decadencia es rápida, la ruina inmediata.
-Pero, señor -dijo el que quedaba- ¿no se toma providencia para semejantes daños? Me aturdo. Crean ustedes que en estos casos siente uno saber leer y escribir. ¿Qué dirán de nosotros más allá de los Pirineos?
Asustáronse todos al oír tales lamentaciones. ¿Qué es esto?, decían unos. ¿Qué hay?, repetían otros. Proseguían las tres parejas con sus quejas y gemidos, deseoso cada uno y cada una de sobresalir en lo enérgico.
Yo también sentíme conmovido al oír tanta ponderación de males, y, aunque menos interesado que los otros en los sucesos de esta nación, pregunté cuál era el motivo de tanto lamento.
-¿Es acaso -dije yo- alguna noticia de haber desembarcado los argelinos en la costa de Andalucía y haber devastado aquellas hermosas provincias?
-No, no -me dijo una dama-; no, no; más que eso es lo que lloramos.
-¿Se ha aparecido alguna nueva nación de indios bravos y han invadido el Nuevo Méjico por el Norte?
-Tampoco es eso, sino mucho más que eso -dijo otra de las patriotas.
-¿Alguna peste -insté yo- ha acabado con todos los ganados de España, de modo que esta nación se vea privada de sus lanas preciosísimas?
-Poco importa eso -dijo uno de los celosos ciudadanos- respecto de lo que pasa.
Fuiles diciendo otra infinidad de daños públicos a que están expuestas las monarquías, preguntando si alguno de ellos había sucedido, cuando al cabo de mucho tiempo, lágrimas, sollozos, suspiros, quejas, lamentos, llantos, y hasta invectivas contra los astros y estrellas, la que había callado, y que parecía la más juiciosa de todas, exclamó con voz muy dolorida:
-¿Creerás, Gazel, que en todo Madrid no se ha hallado cinta de este color, por mas que se ha buscado?


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