lunes, 1 de enero de 2024

Los profetas del amor en el Año Nuevo

 


En el día de Año Nuevo, expreso mis mejores deseos de paz y amor verdadero para todos. En Navidad celebramos el nacimiento de Jesús y la renovación de la vida en el solsticio de invierno. Para los cristianos, Jesús representa el triunfo del amor y de la esperanza sobre la muerte y el mal. En el día de Año Nuevo, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de la Paz. 

El mensaje clave de Jesús fue el amor al prójimo, que practicó hacia los pobres, enfermos y parias de su sociedad. Estas acciones chocaron no solo a las élites judías y romanas, sino también a sus propios discípulos y, desde luego, siguen extrañando hoy. La razón fundamental es que el amor al prójimo es contraintuitivo. El ser humano (animal antes que racional y, por tanto, dominado por instintos) prefiere recibir antes que dar, ser querido antes que querer, atacar a quienes ve como enemigos antes que perdonar, y proteger lo suyo y acumular antes que compartir.

En una primera lectura, puede parecer que el mensaje de amor al prójimo en los evangelios pudo ser una creación de Pablo de Tarso. En efecto, las cartas auténticas de Pablo son los textos más antiguos del Nuevo Testamento (anteriores incluso a los evangelios), y pudo haber sido influido por la cultura helenística y el estoicismo muy presentes en Tarso y Antioquía, lo que le llevó a acentuar el sentimiento de afecto hacia los no judíos.  

Sin embargo, los sentimientos de justicia y de amor al prójimo están muy presentes en los profetas del Antiguo Testamento. El libro de Isaías critica las ofrendas de los sacerdotes, y afirma:

Este es el ayuno que yo quiero: soltar las cadenas injustas, desatar las correas del yugo, liberar a los oprimidos, quebrar todos los yugos, partir tu pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, cubrir a quien ves desnudo y no desentenderte de los tuyos… Cuando alejes de ti la opresión, el dedo acusador y la calumnia, cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo y sacies el alma afligida, brillará tu luz en las tinieblas, tu oscuridad como el mediodía. (Isaías 58, 6-11)

El libro de Isaías está compuesto por tres partes históricamente distintas y de diversos autores. El Tercer Isaías (capítulos 56-66), fue escrito en torno al año 530 a.C. El Primer Isaías (caps. 1-39), datado en el siglo VIII a.C., también enfatizó esa dimensión ética del amor a los demás.

No me traigáis más inútiles ofrendas -dice el Señor-, son para mí como incienso execrable… Cuando extendéis las manos me cubro los ojos; aunque multipliquéis las plegarias, no os escucharé. Vuestras manos están llenas de sangre. Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Dejad de hacer el mal, aprended a hacer el bien. Buscad la justicia, socorred al oprimido, proteged el derecho del huérfano. (Isaías 1, 13-17)

Los profetas cumplieron una función de crítica social y ética, que sigue vigente en nuestro tiempo. Jesús y sus discípulos de habla griega ampliaron la idea del amor hacia otras comunidades vecinas y hacia los extranjeros. Estas ideas han influido en los avances jurídicos y sociales durante siglos.

Tales exigencias tienen valor en nuestro mundo como principios para orientar la convivencia, la política, el derecho y las relaciones internacionales. Tras investigar mucho tiempo en Derecho Internacional, mis ensayos recientes amplían el foco y se refieren a la necesidad de introducir la ética en las relaciones globales para afrontar problemas como la guerra o el odio al extraño. El deterioro imparable del medio ambiente no cesa por muchas conferencias internacionales que se hagan, por lo que es preciso pensar en un enfoque religioso global, compatible con la ciencia y las religiones tradicionales, como he mantenido en este artículo sobre la Creación y la destrucción: https://ethic.es/2021/03/creacion-o-destruccion-como-destino/Los horrores de la guerra no se detienen con el Derecho Internacional, por lo que es preciso trabajar en otros campos, como indico en este artículo: https://www.elnotario.es/opinion/opinion/12478-los-horrores-de-la-guerra-y-la-lucha-por-el-derecho-internacional

El comienzo del nuevo año es buen momento para recordar las palabras de los antiguos profetas, valientes defensores de principios de humanidad ante los poderosos de su tiempo. También los mensajes coincidentes de los primeros cristianos, que siguen reclamando amor a los demás, justicia y paz en nuestro mundo, más de dos milenios después. Disfrutamos de progresos tecnológicos, pero seguimos sin atender a cuestiones humanas fundamentales. Seguimos contemplando en silencio guerras que provocan sufrimientos indecibles. Todos seguimos participando en un modo de vida excesivo que está destruyendo la naturaleza de forma irremediable. Hay muchos políticos vanidosos, muchos intereses cortoplacistas, mucho egoísmo, muchos líderes internacionales dispuestos a ejercer la violencia, muchos religiosos retraídos, muchos expertos y periodistas fatuos, pero: ¿Dónde están hoy los profetas del amor que reclaman hacer un mundo mejor?


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