viernes, 25 de marzo de 2022

Carta a Isabel Díaz Ayuso

Estimada Presidenta de la Comunidad de Madrid,

Sea porque fuera verdad o porque querían encomiar sus méritos, los antiguos griegos pensaban que algunos héroes estaban protegidos por los dioses. Al observar su trayectoria de los últimos años, está claro que, además de sus méritos, las estrellas del cielo están de su parte. Pero los desafíos que aparecen en el horizonte son formidables. Nadie puede asegurar hoy que un líder, por muy bendecido que esté por el saber o la suerte, acierte a manejar las riendas del destino.

La situación en España y en Europa es muy grave. Por este motivo, contemplar el escaño del líder de la oposición vacío en los últimos debates del Congreso produce dolor democrático. Es preciso que el Partido Popular, alternativa de Gobierno, ofrezca una voz informada y potente frente a los problemas que nos acechan. El día de la elección de Alberto Núñez Feijóo como candidato a presidente del partido, usted dijo que debería “unir de izquierda a derecha a los ciudadanos y realizar las reformas que necesita nuestro país”. Tal anhelo de llegar a todo el espectro político inspiró la propuesta que usted presentó a la Comunidad de Madrid, y que recibió un amplio apoyo.

Con esa misma vocación transversal, permita que haga una reflexión sobre el futuro. La izquierda pone normalmente el acento en aumentar el gasto público y para ello sube los impuestos, mientras que la derecha contiene ese gasto y tiende a bajar los impuestos. José María Aznar, por ejemplo, comenzó su etapa con un 42,8% del PIB de gasto público en 1996, y terminó con un 38,8% en 2004, según datos de la OCDE. Esto sucede en condiciones normales. Sin embargo, ahora estamos viviendo una situación de emergencia. Aunque la voluntad del PP sea reducir los impuestos, es muy difícil hacer otro tanto en el plano nacional.

Para mantener el gasto público (pensiones, sueldos de los funcionarios, sanidad, educación, protección social, etc.), los gobiernos tienen dos caminos, como usted bien sabe: recurrir a ingresos fiscales o endeudarse. Como subir los impuestos es impopular, resulta más fácil y rápido usar la vía del déficit y la deuda. Para superar la crisis de 2008, España aumento su deuda del 36% del PIB ese año al 99% en 2018, y este aumento se hizo con Zapatero y con Rajoy. Sin haber superado todavía ese enorme peso de la deuda, la pandemia obligó a acudir de nuevo al préstamo (con ayuda de la Unión Europea) hasta llegar al 122% actual.

Desde un nivel de deuda tan elevado, la UE reclama reducir el déficit. Las autoridades financieras han comenzado a cerrar el grifo de la liquidez y reclaman planes para encauzar la deuda los próximos años. El crecimiento económico es incierto debido a la inflación y a los efectos de la guerra en Ucrania. Al mismo tiempo, la sociedad española se ha acostumbrado a un gasto público abultado y un nivel europeo de bienestar, por lo que acepta mal la subida exagerada de precios, como están demostrando las protestas en la calle de estos días, y sufriría con una nueva recesión.

Ante este panorama, resulta inviable bajar los impuestos, como anuncia el PP, porque son necesarios para mantener un Estado funcional y la paz social, y también para sostener la enorme deuda acumulada. El futuro está lleno de incertidumbres, y hay escenarios sombríos. Podría ocurrir incluso que, a pesar del rechazo social que generan estas medidas, tengamos que reducir el gasto social, los sueldos públicos y las pensiones y, al mismo tiempo, subir los impuestos. Por supuesto, todo esto enfadaría al electorado, y las protestas que vemos ahora podrían multiplicarse. Todos los partidos aspiran a gobernar, pero la etapa que viene puede ser especialmente complicada de gestionar. 

Si el Partido Popular gana las próximas elecciones, tendrá una tarea inmensa por delante. La mejor forma de abordarla consiste en mostrar sentido de Estado y hacer pedagogía ante los ciudadanos. El actual Gobierno ha hecho creer que todos los problemas se arreglan con dinero y ayudas públicas (que no tiene), sin atender a la gestión responsable de los presupuestos y sin explicar que ese dinero viene de un endeudamiento que tendremos que pagar, y que se proyecta sobre las futuras generaciones. El nuevo Gobierno deberá insistir en que los esfuerzos que, sin duda, estaremos obligados a hacer vienen obligados por el dispendio anterior de políticas que ignoraron la sostenibilidad del gasto.  

Con la pedagogía necesaria, el futuro Gobierno tendrá que reclamar el esfuerzo de todos, actores públicos y privados, de las más diversas ideologías, con el enfoque transversal que usted mantiene. Hay grandes reformas pendientes, como la educación, la cohesión territorial, la transformación digital, la innovación, y la defensa del medio ambiente. Necesitamos contar con la iniciativa privada y también con unas cuentas públicas más saneadas. Para ello, recabar ingresos fiscales suficientes no es de izquierdas o de derechas sino simplemente necesario, como muestra la experiencia de los países más avanzados. En España la presión fiscal era del 35,4 en 2019, mientras que se situaba en el 41,6 en la Eurozona, según Eurostat. Hay que recordar que ese mismo índice subió 2,9 durante los mandatos de Aznar y 3,3 en los de Rajoy, que también tuvieron que hacer de la necesidad virtud.

Estoy convencido de que los políticos que sepan decir la verdad y tratar a los electores como adultos tienen las de ganar. Prometer falsos paraísos en un momento tan grave no es creíble y conduce a la frustración. Hay que explicar que la confluencia de circunstancias internacionales adversas y la mala gestión del actual Gobierno ha llevado al país a una situación complicada. No obstante, trabajando juntos, buscando el consenso de derecha a izquierda, es posible hacer una España consciente de las dificultades pero capaz de creer en el futuro. Lo ideal sería explicar todo esto con la ayuda de los dioses del Olimpo, y una gran sonrisa.

Cordialmente, Martín Ortega Carcelén.


No hay comentarios:

Publicar un comentario